La moral heterónoma se caracteriza por el realismo moral, que surge como consecuencia del egocentrismo operacional (incapacidad para diferenciar lo psíquico de lo físico) y que lleva al niño a considerar los contenidos de la conciencia como si fueran materiales. Entre las principales manifestaciones de dicho realismo moral cabe destacar:
- 1. la consideración de la responsabilidad «centrándose» únicamente en las consecuencias materiales de la acción, sin tener en cuenta la intención de la misma ni las circunstancias que la rodean;
- 2. la confusión de las leyes físicas con las leyes morales;
- 3. la identificación de la mentira con el error;
- 4. y la consideración de la regla al pie de la letra y no en su espíritu (realismo de detalle).
El realismo moral comienza a superarse al mismo tiempo de otras características del egocentrismo representacional en torno a los seis o siete años; momento en que comienza a abandonarse la moral heterónoma y a construirse una moral autónoma; aunque ésta no se desarrollará en su globalidad, según Piaget, hasta los once o doce años aproximadamente.
La moral heterónoma se caracteriza, además, por :
- 1) ser impuesta desde el exterior y tener carácter coercitivo, basándose en el respeto unilateral y las relaciones de presión;
- 2) un cumplimiento defectuoso de las normas, ya que al ser exteriores al individuo éste tiende a deformarlas;
- 3) una concepción de la justicia como expiación, dentro de la cual el papel del castigo es obligar a expiar la falta, por lo cual se considera que el castigo es absolutamente necesario y que debe ser doloroso.
Los ejemplos que se proponen desde la moral heterónoma para castigar implican sanciones fuertes y arbitrarias; la única relación que guardan con la falta cometida es la proporcionalidad.
La moral autónoma, por el contrario, surge del propio individuo como un conjunto de principios de justicia. Se basa en el principio de la igualdad, el respeto mutuo y las relaciones de cooperación. La práctica es correcta por ser el resultado de una decisión libre y racional. La noción de justicia se basa en la reciprocidad. Los castigos dejan de ser considerados necesarios. Su función es restablecer el equilibrio que se haya podido romper como consecuencia de una acción inmoral.