Bartlett y Miller defienden que el proceso de radicalización es gradual y comprende tanto dimensiones cognitivas (radicalización de pensamiento) como conductuales (radicalización de acción). No todo aquel que adopta ideas radicales termina implicándose en la violencia; de hecho, la mayoría de quienes se radicalizan ideológicamente no llegan a cometer actos violentos. Para estos autores, es fundamental diferenciar entre la radicalización no violenta —que implica la adopción de ideas de cambio social profundo en conflicto con el statu quo— y la radicalización violenta, que se produce cuando ese proceso se asocia al uso o apoyo de métodos violentos.

En el proceso de radicalización violenta, Bartlett y Miller destacan la influencia de:

  • Narrativas de nosotros contra ellos que generan un sentido de injusticia percibida.
  • Emoción y excitación derivadas del acto violento asociado al estatus y pertenencia grupal.
  • Presión de grupo que refuerza las creencias extremistas.

Schils y Verhage identifican varios factores de riesgo para la radicalización violenta que operan a distintos niveles, enfatizando la importancia del entorno social y educativo, además de dinámicas psicológicas e identitarias.

Principales Factores de Riesgo
  • Contexto social y educativo: Un entorno de exclusión o baja integración social y escolar incrementa la vulnerabilidad a mensajes radicales y extremistas.
  • Identidad social y grupal: La pertenencia y lealtad a un grupo cohesionado facilita la adopción de ideologías extremas, especialmente cuando existe “fusión de la identidad” (identidad personal igualada a la grupal).
  • Obediencia a la autoridad: Trasladar el criterio moral a figuras de autoridad externas propicia la justificación de acciones violentas si son legitimadas por el grupo o líder.
  • Desindividuación: La pérdida de identidad individual, absorbida por la masa o el grupo, facilita la asunción de conductas extremas y violentas.
  • Crisis personales o existenciales: Procesos de vulnerabilidad emocional o falta de sentido personal (crisis vital o existencial) hacen más probable que la persona se acerque a discursos extremos que prometen una narrativa o pertenencia significativa.
  • Modelos sociales y familiares: Lazos y referencias personales en el entorno inmediato pueden ser clave para la captación y desarrollo de actitudes radicales.

Estos autores consideran que la radicalización violenta es el resultado de una combinación de factores personales, sociales, psicológicos y contextuales, y que la prevención debe contemplar todos estos aspectos de manera integrada